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jueves, 20 de marzo de 2014

Trajes de vanidad y respeto: Tatuajes de Criminales y Prostitutas del siglo XIX, por Lourdes Farall


                               





 



I.
 ¿Qué pasa cuando un hombre libre observa a otro hombre privado de su libertad? Algo que lo aproxime a la vivencia de la reclusión, una fantasía de acercamiento. El primer contacto es la observación física del recluido: lo que dice su cuerpo y cómo lo expresa.
 
Los tatuajes han sido y continúan siendo uno de los elementos que le sirven al hombre libre para entender las razones del encerrado.
 
Lo que sigue es un intento de pequeña revisión sobre la historia y el valor del Tatuaje en grupos de hombres y mujeres que, por diferentes motivos, cayeron en prisión o en el ejercicio de la prostitución. También es una reseña del libro “Tatuajes de criminales y prostitutas” de los autores Lacassagne- Le Blond – Lucas, editado en el año 2012 por la editorial Errata Nature y que recoge dos estudios sobre tatuajes.
 
El libro se divide en dos capítulos. El primero titulado “El tatuaje en los criminales” a cargo de Alexandre Lacassagne, cuyo título original en francés era Les tatouages: étude anthropologique et médico-légale (cap. III), publicado en el año 1881 y el capítulo II “Sobre el tatuaje en las prostitutas”, cuyo título original, también en francés, era Du tatouage chez les prostituées, publicado en 1899.
Es valioso e importante prestar atención a las fechas de la publicación de estos textos a modo de comparar, luego, la realidad circundante en estos tiempos.
 
El libro está protagonizado por individuos anónimos quienes fueron entrevistados para que relaten la historia de los dibujos y símbolos que poblaban sus cuerpos. Atractivo por ese rasgo del anonimato y de la cercanía a lo delictivo o a los modos de vida no bien vistos por la moral prejuiciosa. O la idea relacionada a la necesidad de cura o la falta de salubridad que organiza una visión acerca del ámbito penal y del penado. O ni siquiera hace falta llegar a hablar del penado; antes que eso, al acusado.
 
La construcción del bajo fondo en esos seres anónimos que usaran al tatuaje como un medio expresivo, como un modo de comunicarle a otro -y así también comunicarse a sí mismos- un cierto mensaje perpetuo. Me resulta útil un pasaje del libro de Concepción Arenal, Estudios Penitenciarios: “El reo era, no solo objeto de temor por el mal que había hecho y podía repetir, sino también parecía execrable como impío, y al perseguirle se mezclaba el fanatismo con la ira.”
 
El prólogo de los editores de Tatuajes de Criminales y prostitutas resalta el concepto de riesgo como una característica crucial en el nacimiento de la construcción de los individuos peligrosos: “No es importante tanto lo que hayan hecho como lo que pueden hacer, es de vital importancia localizarlos y estudiarlos minuciosamente para poder detectar a quienes se les parecen, allá donde estén, porque son virtualmente culpables… todo aquello que pudiese evidenciar una peculiar relación con el mal, el vicio, la amoralidad.”
 
Entre la selección de imágenes que veremos a continuación no solo se registran tatuajes de hombres criminales si no que también aparecen las historias de prostitutas y –al decir del prólogo de los editores del libro- chicas jovencísimas <por prescripción paterna> recluidas en el hospital –cárcel de Saint –Lazare donde los doctores Le Blond y Lucas continuaron implementando el procedimiento de Lacassagne que consistía en fichas que acompañaban a cada tatuaje con los datos básicos: nombre, apellido, edad, lugar de nacimiento, profesión, nivel de educación, fecha en que se hicieron los tatuajes, procedimiento empleado, numero de sesiones, duración, descripción del tatuaje, ubicación en el cuerpo, color y variaciones.

II.
Elias Neuman, criminólogo; y Victor J. Irurzun, sociólogo, ambos argentinos, autores del libro “La sociedad carcelaria” – que cuenta con 3 ediciones. Una en 1968, otra en 1984 y la tercera del año 1990- en el marco de una investigación exploratoria de las cárceles de Caseros y Devoto.
 
En el apartado “Tatuajes y cortes” puede encontrarse un nexo con el estudio llevado a cabo por Lacassagne, Le Blond y Lucas, que tiene que ver con la característica del hombre que está de paso por un lugar; “están viajando” al decir de Neuman – Irurzun. Una sensación asociada al pirata, al marinero. Anclas, corazones y flechas eran motivos muy dibujados en los casos de la época de Lacassagne. Vuelvo a notarlo en las descripciones de La sociedad Carcelaria.
 
En el caso de Neuman e Irurzun, hay un agregado que se refiere a los cortes que se auto infieren los internos. El corte además de funcionar como una manera de lograr salir de la celda hacia la enfermería también tiene un trasfondo psicológico al parecerse mucho a una catarsis auto- expiatoria, o como una manera de constituir respeto en el resto de los compañeros (“Respeto”)  y, finalmente, al hecho de que el corte deja como resultado una cicatriz. De ahí esa relación estrecha entre la cicatriz y el tatuaje, en la que el tatuaje vendría a ser una especia de mejora tecnológica en la búsqueda de una cicatriz. 
 
“Se ha incorporado una expresión al lunfardo carcelario, por demás extraña y conmovedora. Cuando se habla de algo muy agradable, como, por ejemplo, una reducción general de penas o la posibilidad de una buena sentencia, los reclusos suelen decir: “está para cortarse” o “si sale, me corto”, como si cortarse fuese una liberación expansiva de la alegría”.
 
Debo advertir que la cita anterior debe analizarse en el contexto de la época en la que Neuman e Irurzun hicieron esta investigación y que el lunfardo o argot carcelario va mutando en virtud de sus épocas; como todo, como la ley, como el pensamiento de un ser humano.  Y que pese a todo, esto no deja de ser un estudio hecho por hombres libres en base a la observación de hombres privados de su libertad.

III.
Alexandre Lacassagne -médico francés (1843-1924) miembro de la escuela antroposocial o criminal sociológica; fundador y catedrático de medicina legal  en la escuela de Lyon, Francia- había reunido una colección de más de dos mil tatuajes impresos en la piel de 550 individuos, la mayoría proveniente del Segundo Batallón de África (conformados por hombres que fueron condenados por desertar o por robos) El procedimiento utilizado para su reproducción y análisis era el calco de la imagen. El calco se hacía, en palabras del mismo Lacassagne con “un tejido transparente sobre la zona tatuada…se pueden seguir los contornos con un lápiz corriente. Así obtenemos una reproducción matemática de la imagen, pues esta se vuelve muy visible cuando dicho tejido se pone sobre una hoja de papel blanco”, luego se repasa con tinta roja o azul, según el color del tatuaje y se pega en un cartón, que al dorso tendrá anotadas indicaciones que forman parte de la observación: 1. Numero en la clasificación – 2. Nombres y Apellidos – 3. Lugar de nacimiento – 4. Profesión y nivel de estudio – 5. Fecha de los tatuajes – 6. Procedimiento empleado – 7. Numero de sesiones – 8 Duración – 9. Información sobre le tatuado – 10. Descripción de los tatuajes – 11. Lugar – 12. Color – 13. Cambios que sufrió el color – 14. ¿Hubo inflamación después de los pinchazos? – 15. Cuánto tiempo duró el tatuaje en fijarse? – 16. ¿Cuál es el estado actual del tatuaje? – 17. ¿Se ha borrado? – 18. Borrado de forma voluntaria – 19. Sobrecargado – 20. Moral del tatuado.
Dentro de las categorías de clasificaciones, Lacassagne utilizó:
-Emblemas patrióticos o religiosos
-Profesionales
-Inscripciones
-Militares
-Metáforas
-Amorosos o eróticos
-Fantasiosos o históricos

En cuanto a la zona  que se elige para el tatuaje el doctor dice que su importancia es forense, en relación a su ubicación y cantidad lo cual demuestra rasgos de “vanidad instintiva” y “ostentación”: características “del hombre primitivo o de las naturalezas criminales”.
 
Sobre los motivos de los dibujos o símbolos Lacassagne enumeraba un ranking de diseños que se repetían entre los tatuados de la época, donde estaban de moda, al parecer, los corazones atravesados por flechas o por puñales; puñales solitarios ubicados en las zonas mamarias, anclas, manos entrelazadas (a modo de explicar una unión entre dos personas); la flor “el pensamiento” era una figura que se repetía entre los individuos tatuados. También destaca algunos tatuajes que cubrían todo el cuerpo como si fuera un traje que vestía a la persona “un traje completo que representaba el uniforme de un general o almirante” inclusive dibujos e inscripciones en la cara “Uno tenía escrito en la frente martyr de la liberté [mártir de la libertad].
 
El acto de tatuar es un espectáculo. Varios se congregaban alrededor del “operador” – del tatuador- para ver el progreso como un modo de pasar el tiempo y de conversar entre ellos en los largos viajes de barco (podría utilizarse este mismo objetivo en los casos del tiempo que se pasa encerrado en una prisión).
 
En cuanto al apartado del análisis de los tatuajes en las prostitutas los doctores Albert Le Blond y Arthur Lucas residentes en el hospital Saint Lazare donde también había una prisión y estas chicas, como dije más arriba, sin ser etiquetas en esa época con la denominación de “prostitutas” pero sí con alusiones a mujeres que se habían desviado del camino de la moral o algunas que llegaron allí para ser tratadas por enfermedades venéreas y por decisiones paternas.
 
Jóvenes mujeres -15, 16 años- que llevaban sobre sus espaldas historias ajetreadas de idas y vueltas con hombres con quienes no terminaban de emprender un compromiso familiar o emocional como se esperaba de ellas, deciden dejar rastros en su piel con mensajes eternos que tal vez el amante nunca haya ni siquiera conocido.
 
Esta marca antes mencionada de la “desviación de la moral” parece ser una característica que motivaba las situaciones en que estas mujeres llegaban al tatuaje.

IV.
A continuación se adjunta una selección de algunos de los diseños recolectados por Lacassagne- Le Blond yLucas:



                                      

 
                                                     (Estrella de la Desgracia)


                      
 
                          
Inscripciones representativas según Lacassagne (sentencias, formulas, proverbios, fechas conmemorativas). En este las tres fechas sucesivas de los tres consejos de guerra que lo condenaron.

                “El pasado me engañó, el presente me atormenta, el futuro me aterroriza”

 
          
Dentro de la categoría “Emblemas Profesionales” que funcionaban como un símbolo de identidad para Lacassagne: Montero con cabeza de caballo y de ciervo (un cazador)



 
Selección para el apartado de: Sobre el tatuaje en las prostitutas.
                  
                                         

Primer dibujo: el puñal es un diseño muy usado. Complementado con las dos manos uniéndose como una expresión de encuentro. Segundo dibujo: “Nuestros dos corazones están unidos para toda la vida

 



 
              

                          
                                    
Otra categoría es el retrato a través del cual la mujer coqueteaba con la apariencia de la convivencia con su hombre; aunque haya sido un maleante, un callejero o haya estado preso. El retrato en la piel es una forma de estar acompañada con su figura.

                              
                                
Inscripción en brazo derecho: “Amo a mi hombrecito” seguido del nombre del amante “Aimee”
Encuadrado con dos espadas y P.L.V: “Para toda la vida”, inscripción más frecuente en los diseños elegidos por estas mujeres. “A.D” son las iniciales del amor que sucedió a Aimee.







 

 


                                  


Fuentes:
Lacassagne- Le Blond- Lucas, “Tatuajes de criminales y prostitutas”, Errata Naturae, 2012
Neuman, Elias- Irurzun, Victor, La sociedad carcelaria, Depalma, 1994
Concepcion Arenal, Estudios Penitenciarios, http://www.biblioteca.org.ar/libros/71375.pdf



 
Lourdes Farall, Abogada, especialista en Investigación Científica del Delito, actualmente cursando la Especialización en Derecho Penal en la Universidad Torcuatto di Tella.





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