I.
¿Qué
pasa cuando un hombre libre observa a otro hombre privado de su libertad? Algo
que lo aproxime a la vivencia de la reclusión, una fantasía de acercamiento. El
primer contacto es la observación física del recluido: lo que dice su cuerpo y
cómo lo expresa.
Los
tatuajes han sido y continúan siendo uno de los elementos que le sirven al
hombre libre para entender las razones del encerrado.
Lo
que sigue es un intento de pequeña revisión sobre la historia y el valor del
Tatuaje en grupos de hombres y mujeres que, por diferentes motivos, cayeron en
prisión o en el ejercicio de la prostitución. También es una reseña del libro
“Tatuajes de criminales y prostitutas” de los autores Lacassagne- Le Blond –
Lucas, editado en el año 2012 por la editorial Errata Nature y que recoge dos
estudios sobre tatuajes.
El
libro se divide en dos capítulos. El primero titulado “El tatuaje en los
criminales” a cargo de Alexandre Lacassagne, cuyo título original en francés
era Les tatouages: étude anthropologique
et médico-légale (cap. III), publicado en el año 1881 y el capítulo II
“Sobre el tatuaje en las prostitutas”, cuyo título original, también en
francés, era Du tatouage chez les
prostituées, publicado en 1899.
Es
valioso e importante prestar atención a las fechas de la publicación de estos
textos a modo de comparar, luego, la realidad circundante en estos tiempos.
El
libro está protagonizado por individuos anónimos quienes fueron entrevistados
para que relaten la historia de los dibujos y símbolos que poblaban sus
cuerpos. Atractivo por ese rasgo del anonimato y de la cercanía a lo delictivo
o a los modos de vida no bien vistos por la moral prejuiciosa. O la idea
relacionada a la necesidad de cura o la falta de salubridad que organiza una
visión acerca del ámbito penal y del penado. O ni siquiera hace falta llegar a
hablar del penado; antes que eso, al acusado.
La
construcción del bajo fondo en esos
seres anónimos que usaran al tatuaje como un medio expresivo, como un modo de
comunicarle a otro -y así también comunicarse a sí mismos- un cierto mensaje
perpetuo. Me resulta útil un pasaje del libro de Concepción Arenal, Estudios
Penitenciarios: “El reo era, no solo objeto de temor por el mal que había hecho
y podía repetir, sino también parecía execrable como impío, y al perseguirle se
mezclaba el fanatismo con la ira.”
El
prólogo de los editores de Tatuajes de Criminales y prostitutas resalta el
concepto de riesgo como una
característica crucial en el nacimiento de la construcción de los individuos peligrosos: “No es importante
tanto lo que hayan hecho como lo que pueden hacer, es de vital importancia
localizarlos y estudiarlos minuciosamente para poder detectar a quienes se les
parecen, allá donde estén, porque son virtualmente
culpables… todo aquello que pudiese evidenciar una peculiar relación con el
mal, el vicio, la amoralidad.”
Entre
la selección de imágenes que veremos a continuación no solo se registran
tatuajes de hombres criminales si no que también aparecen las historias de
prostitutas y –al decir del prólogo de los editores del libro- chicas
jovencísimas <por prescripción paterna> recluidas en el hospital –cárcel
de Saint –Lazare donde los doctores Le Blond y Lucas continuaron implementando
el procedimiento de Lacassagne que consistía en fichas que acompañaban a cada
tatuaje con los datos básicos: nombre, apellido, edad, lugar de nacimiento,
profesión, nivel de educación, fecha en que se hicieron los tatuajes,
procedimiento empleado, numero de sesiones, duración, descripción del tatuaje,
ubicación en el cuerpo, color y variaciones.
II.
Elias
Neuman, criminólogo; y Victor J. Irurzun, sociólogo, ambos argentinos, autores
del libro “La sociedad carcelaria” – que cuenta con 3 ediciones. Una en 1968,
otra en 1984 y la tercera del año 1990- en el marco de una investigación
exploratoria de las cárceles de Caseros y Devoto.
En
el apartado “Tatuajes y cortes” puede encontrarse un nexo con el estudio
llevado a cabo por Lacassagne, Le Blond y Lucas, que tiene que ver con la
característica del hombre que está de paso por un lugar; “están viajando” al decir
de Neuman – Irurzun. Una sensación asociada al pirata, al marinero. Anclas,
corazones y flechas eran motivos muy dibujados en los casos de la época de
Lacassagne. Vuelvo a notarlo en las descripciones de La sociedad Carcelaria.
En
el caso de Neuman e Irurzun, hay un agregado que se refiere a los cortes que se
auto infieren los internos. El corte además de funcionar como una manera de
lograr salir de la celda hacia la enfermería también tiene un trasfondo psicológico
al parecerse mucho a una catarsis auto- expiatoria, o como una manera de constituir
respeto en el resto de los compañeros (“Respeto”) y, finalmente, al hecho de que el corte deja
como resultado una cicatriz. De ahí esa relación estrecha entre la cicatriz y
el tatuaje, en la que el tatuaje vendría a ser una especia de mejora tecnológica en la búsqueda de una
cicatriz.
“Se
ha incorporado una expresión al lunfardo carcelario, por demás extraña y
conmovedora. Cuando se habla de algo muy agradable, como, por ejemplo, una
reducción general de penas o la posibilidad de una buena sentencia, los
reclusos suelen decir: “está para cortarse” o “si sale, me corto”, como si
cortarse fuese una liberación expansiva de la alegría”.
Debo
advertir que la cita anterior debe analizarse en el contexto de la época en la
que Neuman e Irurzun hicieron esta investigación y que el lunfardo o argot
carcelario va mutando en virtud de sus épocas; como todo, como la ley, como el
pensamiento de un ser humano. Y que pese
a todo, esto no deja de ser un estudio hecho por hombres libres en base a la
observación de hombres privados de su libertad.
III.
Alexandre
Lacassagne -médico francés (1843-1924) miembro
de la escuela antroposocial o criminal sociológica; fundador y catedrático de
medicina legal en la escuela de Lyon, Francia- había reunido una colección de más de dos mil
tatuajes impresos en la piel de 550 individuos, la mayoría proveniente del
Segundo Batallón de África (conformados por hombres que fueron condenados por
desertar o por robos) El procedimiento utilizado para su reproducción y
análisis era el calco de la imagen. El calco se hacía, en palabras del mismo
Lacassagne con “un tejido transparente sobre la zona tatuada…se pueden seguir
los contornos con un lápiz corriente. Así obtenemos una reproducción matemática
de la imagen, pues esta se vuelve muy visible cuando dicho tejido se pone sobre
una hoja de papel blanco”, luego se repasa con tinta roja o azul, según el
color del tatuaje y se pega en un cartón, que al dorso tendrá anotadas
indicaciones que forman parte de la observación: 1. Numero en la clasificación
– 2. Nombres y Apellidos – 3. Lugar de nacimiento – 4. Profesión y nivel de
estudio – 5. Fecha de los tatuajes – 6. Procedimiento empleado – 7. Numero de
sesiones – 8 Duración – 9. Información sobre le tatuado – 10. Descripción de
los tatuajes – 11. Lugar – 12. Color – 13. Cambios que sufrió el color – 14.
¿Hubo inflamación después de los pinchazos? – 15. Cuánto tiempo duró el tatuaje
en fijarse? – 16. ¿Cuál es el estado actual del tatuaje? – 17. ¿Se ha borrado?
– 18. Borrado de forma voluntaria – 19. Sobrecargado – 20. Moral del tatuado.
Dentro
de las categorías de clasificaciones, Lacassagne utilizó:
-Emblemas
patrióticos o religiosos
-Profesionales
-Inscripciones
-Militares
-Metáforas
-Amorosos
o eróticos
-Fantasiosos
o históricos
En
cuanto a la zona que se elige para el
tatuaje el doctor dice que su importancia es forense, en relación a su
ubicación y cantidad lo cual demuestra rasgos de “vanidad instintiva” y
“ostentación”: características “del hombre primitivo o de las naturalezas
criminales”.
Sobre
los motivos de los dibujos o símbolos Lacassagne enumeraba un ranking de
diseños que se repetían entre los tatuados de la época, donde estaban de moda,
al parecer, los corazones atravesados por flechas o por puñales; puñales
solitarios ubicados en las zonas mamarias, anclas, manos entrelazadas (a modo
de explicar una unión entre dos personas); la flor “el pensamiento” era una
figura que se repetía entre los individuos tatuados. También destaca algunos
tatuajes que cubrían todo el cuerpo como si fuera un traje que vestía a la
persona “un traje completo que representaba el uniforme de un general o
almirante” inclusive dibujos e inscripciones en la cara “Uno tenía escrito en
la frente martyr de la liberté [mártir
de la libertad].
El
acto de tatuar es un espectáculo. Varios se congregaban alrededor del
“operador” – del tatuador- para ver el progreso como un modo de pasar el tiempo
y de conversar entre ellos en los largos viajes de barco (podría utilizarse
este mismo objetivo en los casos del tiempo que se pasa encerrado en una
prisión).
En
cuanto al apartado del análisis de los tatuajes en las prostitutas los doctores
Albert Le Blond y Arthur Lucas residentes en el hospital Saint Lazare donde
también había una prisión y estas chicas, como dije más arriba, sin ser
etiquetas en esa época con la denominación de “prostitutas” pero sí con
alusiones a mujeres que se habían desviado del camino de la moral o algunas que
llegaron allí para ser tratadas por enfermedades venéreas y por decisiones
paternas.
Jóvenes
mujeres -15, 16 años- que llevaban sobre sus espaldas historias ajetreadas de
idas y vueltas con hombres con quienes no terminaban de emprender un compromiso
familiar o emocional como se esperaba de ellas, deciden dejar rastros en su
piel con mensajes eternos que tal vez el amante nunca haya ni siquiera
conocido.
Esta
marca antes mencionada de la “desviación de la moral” parece ser una característica
que motivaba las situaciones en que estas mujeres llegaban al tatuaje.
IV.
A
continuación se adjunta una selección de algunos de los diseños recolectados
por Lacassagne- Le Blond yLucas:
(Estrella de la Desgracia)
Inscripciones
representativas según Lacassagne (sentencias, formulas, proverbios, fechas
conmemorativas). En este las tres fechas sucesivas de los tres consejos de
guerra que lo condenaron.
“El pasado me engañó, el
presente me atormenta, el futuro me aterroriza”
Dentro
de la categoría “Emblemas Profesionales” que funcionaban como un símbolo de
identidad para Lacassagne: Montero con cabeza de caballo y de ciervo (un
cazador)
Selección
para el apartado de: Sobre el tatuaje en
las prostitutas.
Primer
dibujo: el puñal es un diseño muy usado. Complementado con las dos manos
uniéndose como una expresión de encuentro. Segundo dibujo: “Nuestros dos
corazones están unidos para toda la vida
Otra
categoría es el retrato a través del
cual la mujer coqueteaba con la apariencia de la convivencia con su hombre;
aunque haya sido un maleante, un callejero o haya estado preso. El retrato en
la piel es una forma de estar acompañada con su figura.
Inscripción
en brazo derecho: “Amo a mi hombrecito” seguido del nombre del amante “Aimee”
Encuadrado
con dos espadas y P.L.V: “Para toda la vida”, inscripción más frecuente en los
diseños elegidos por estas mujeres. “A.D” son las iniciales del amor que
sucedió a Aimee.
Fuentes:
Lacassagne-
Le Blond- Lucas, “Tatuajes de criminales y prostitutas”, Errata Naturae, 2012
Neuman,
Elias- Irurzun, Victor, La sociedad carcelaria, Depalma, 1994
Concepcion
Arenal, Estudios Penitenciarios, http://www.biblioteca.org.ar/libros/71375.pdf
Lourdes Farall, Abogada, especialista en Investigación Científica del Delito, actualmente cursando la Especialización en Derecho Penal en la Universidad Torcuatto di Tella.
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