Los medios de comunicación son factores determinantes en cuanto a influencia en las investigaciones de delitos se trata, afirmación sustentada en el fenómeno actual del periodismo y la opinión pública presionando sobre el sistema penal y que a modo de ejemplo se pueden nombrar: “el caso cabezas”, “la masacre de Ramallo”, etc. Casos que fundamentan los dos primeros renglones del presente párrafo.[1]
La presión que ejercen
los medios hacia la justicia suele ser tan grande que, muchas veces, dudamos de
la objetividad con la que se toman ciertas resoluciones judiciales. Los medios
de comunicación, hoy en día, tienen un alcance tan amplio que hace que sea
prácticamente imposible poder lidiar contra ellos en la investigación de un
crimen, ya sea para reservar información como para descartar ciertas hipótesis
sobre cómo se llevará a cabo la investigación.
Por otra parte, generan
en la sociedad determinadas expectativas por el solo hecho de conseguir una
mayor atención de quienes ven o escuchan sus emisiones, o compran sus
ediciones, construyendo una imagen pública del delincuente, el que,
ciertamente, no sabemos si es efectivamente un delincuente, lo que empeora más
aún la situación, como señala Zaffaroni “…se
habla al compás de juicios asertivos en tono sentenciador emitidos por los
medios masivos de comunicación…”[2].
Al momento de investigar
un hecho criminal es primordial la reserva de información que acompaña a la
causa que está siendo investigada, que si
bien no está incluida en el procedimiento técnico de la criminalística,
(como son por ejemplo la protección del
lugar de los hechos; la observación
detenida del lugar; la delimitación de la escena del hecho; la recolección de evidencias físicas y el sometimiento de determinadas evidencias
al trabajo de laboratorio) debería ser tenida en cuenta dentro de dichos
procedimientos técnicos[3]. Reserva que hoy en día
es materialmente imposible que sea sostenida, es por eso que el problema
planteado sea justamente la relación y su
consecuente influencia de los medios de comunicación y las investigaciones
criminales.
En la investigación del delito resulta primordial que sean
resguardados diversos acontecimientos, pruebas, testimonios, etc. del
conocimiento de la sociedad en general, por un motivo básico que pretende ser
la propia investigación y la necesidad de que solo sean los investigadores
quienes conozcan el tema, quienes por su parte deben guardar celosamente esa
información. Ahora bien, determinadas investigaciones suelen ser hoy en día
parte de nuestra vida cotidiana llevadas a nuestros hogares mediante los
distintos medios de comunicación, situación que termina en un “círculo vicioso” entre la necesidad de
obtener información por parte de la sociedad en su conjunto, sobre hechos
delictivos y la necesidad de los distintos
medios de satisfacer dicho requerimiento. Todo esto lo refleja con excelente
análisis crítico del Dr. Zaffaroni quien expresa éstas ideas a través de lo que
él llama “criminología mediática” y textualmente dice al respecto: “la criminología mediática siempre apela a
una creación de la realidad a través de información, subinformación y
desinformación en convergencia con prejuicios y creencias, basada en una
etiología criminal simplista asentada en causalidad mágica. Aclaramos que lo
mágico no es la venganza, sino la especial idea de la causalidad que se usa
para canalizarla contra determinados grupos humanos, lo que en términos de
la tesis de Girard los convierte en
chivos expiatorios. Ésta característica no cambia, lo que varia mucho es la
tecnología comunicacional (desde el púlpito y la plaza hasta la TV y la comunicación
electrónica) y los chivos expiatorios. [4]
Tal vez forme parte de un
estudio sociológico el conocer los motivos por los cuales la sociedad busca
este tipo de información, muchas veces morbosa a simple vista. Pero es cierto
que resulta ser de consumo habitual y diario en todos los hogares.
El objetivo primordial
debería ser analizar y describir de qué manera influye la información que día a
día dan los distintos medios en la propia investigación criminal y de qué
manera perjudica o beneficia a los investigadores que se conozcan sus
estrategias al conjunto de la sociedad.
Encontramos día tras día
en los distintos informativos quienes muchas veces toman parte en las
investigaciones, con acceso a
expedientes que en reiteradas oportunidades no pueden ser obtenidas por
los propios abogados que representan a las partes del proceso. A modo meramente
enunciativo podemos señalar casos de antigua data, tales como “el caso María Soledad Morales”, hasta el
más reciente “caso Ángeles” causas
que conmocionaron la opinión pública y cuyos datos relevantes fueron
obtenidos inmediatamente por la prensa.
Vemos como periodistas
especializados, y no tanto, en temas criminales se convierten en juez y parte
de dichas investigaciones, periodistas que por supuesto logran tener llegada a
miles de hogares con información que no siempre es la correcta muchas veces por
el afán de conseguir un poco mas de “audiencia” transformando cada investigación
en una especie de “reality show, dejando de lado la ética periodística.
[1] Zaffaroni, Raúl
Eugenio. La palabra de los muertos. Buenos Aires. EDIAR 2010.635 P.
[2] Zaffaroni, Raúl
Eugenio. La palabra de los muertos. Buenos Aires. EDIAR 2010.635 P.
[3] Anzit Guerrero.
Compendium criminis, criminología, criminalística y victimología. Ed. Lajouane.
152 p.
[4] Zaffaroni, Raúl
Eugenio. La palabra de los muertos. Buenos Aires. EDIAR 2010.635 P.
exelente articulo...
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