I.
Esta es la historia de
“el asesino del torso” de Cleveland y también es la forma en la que conocí a
Eliot Ness el detective que intentó descubrir la identidad del asesino del
torso.
Tanto la ausencia del
homicida como la exacerbada presencia del detective, en este caso en
particular, me dejaron pensando en la foto de Eliot Ness; su mirada y su
postura en la foto carnet que encontré en wikipedia.
Lo mas usual hubiera
sido que yo haya llegado a conocer la existencia de Eliot Ness por la actividad
que lo hizo famoso, como un agente que luchaba para imponer el orden en Chicago
durante la ley seca y por haber fundado a Los Intocables, lo que se relaciona
directamente con las mafias y los crímenes organizados de la era Al Capone.
Mirada profunda, en las
fotos en las que se lo puede observar, las pupilas directas a la cámara y el
pelo engominado con extrema disciplina, el
mismo método disciplinado y severo que utilizó para confeccionar una
lista de agentes colaboradores libres de vinculaciones sucias con los
gangsters.
Como miembro del
departamento del Tesoro, Ness fue elegido para encabezar los operativos contra
las mafias que operaban con el contrabando de alcohol, la prostitución y
delitos afines a estas actividades.
De esta forma, la
historia comienza a ensamblarse. El grupo de Al Capone empezó a desplegar
esfuerzos para seducir a los agentes de Ness mientras él y sus intocables
operaban absorbiendo información a través de redadas e intervenciones de
teléfonos. Una batalla cinematográfica y
concentrada en estos dos grupos; la configuración de la infinita lucha entre la
supuesta blancura de la legalidad y la aparente oscuridad de lo prohibido.
Eliot Ness pudo
desarticular y desvanecer el poder de Al Capone en Chicago pero no pudo
descubrir quién era el sujeto que amenazaba con terror y desmembramientos a la
población de Cleveland. Este enigma – un verdadero signo de preguntas que da
vueltas en loop hasta alcanzar un espiral hipnótico, como en las películas
clásicas- parece haber marcado un punto de inflexión en el carácter imbatible
del investigador.
II.
Las familias de
Cleveland alarmadas por la secuencias de unos extraños asesinatos –ocurridos en
una población floreciente y progresista- necesitaban la intervención de algún agente estatal capaz
de proveerles calma. Los cuerpos eran
hallados en escenas montadas por su autor con detalles amenazantes por la
técnica llevada a cabo; cuerpos desmembrados donde el torso era el protagonista
y en cambio sus extremidades y la cabeza no se hallaban en la misma escena del
crimen; si es que se podían encontrar. Escenas demarcadas por un mensaje escueto
por parte del agresor ya que a los cuerpos forenses se les dificultaba la
identificación de los cadáveres al disminuir la cantidad de indicios que se
podrían encontrar justamente por la falta de partes del cuerpo– hay que tener
en cuenta que al no aparecer la cabeza se reduce la posibilidad de encontrar
piezas dentales y cabello, dos elementos fundamentales para la identificación
de la víctima-. No hay que dejar de lado que estos hechos comenzaron en 1935,
principios del siglo XX, una época donde los descubrimientos tecnológicos
vinculados a la temática forense estaban empezando a desarrollarse. De modo que este
homicida enigmático se encargaba de diseñar mensajes que denotaban un ingenio y
un talento particular. Algunos lo compararon con Jack, El destripador, esa
figura tan ficticia como real, un paradigma en cuanto a la nebulosa entre un
hecho real y un hecho ficcional y todo el relato creado a través del rumor; del
boca en boca, como en las leyendas y más tarde a través del fulgor de los
medios de comunicación.
El primer cuerpo mutilado
encontrado en Cleveland, en 1934, fue un
torso en la playa, “el torso playero” le llaman algunos.
Al año siguiente, se encontraron
dos cuerpos más, con mutilaciones similares. Al parecer el asesino tendría una
predilección por las víctimas de las periferias, gente sin protección y más
bien dedicada al vagabundeo, aunque se deprende de algunas lecturas sobre este
tema que también había matado a “blancos”.
Uno de los cuerpos
contenía una mensaje singular, sobre la parte posterior de un muslo había
dejado la figura del protagonista de una tira cómica llamada “Educando a Papá”
(Bringing up father) que en Argentina fue publicado por el diario La Nación con
el título de “Pequeñas delicias de la vida conyugal” La tira desarrolla las
peripecias de un inmigrante irlandés en Estados Unidos, Jiggs (Trifón o Pancho
en la traducción), quien se hace repentinamente millonario, pero no quiere
abandonar a sus viejos amigos ni sus antiguas costumbres, para consternación de
su esposa, Maggie (Sisebuta o Ramona), una arribista social encantada con su
nueva situación la cual tiene un carácter dominante.
En ese mismo año Eliot
Ness llegó a Cleveland llamado por la autoridad para hacer una limpieza de la
policía corrupta. Cuatro personas habían muerto a través de mutilaciones cuando
Eliot Ness empezó a buscarlo, según él, se trataba de un mismo autor mientras
la policía del lugar se dedicaba a sospechar de consumidores de marihuana y de
homosexuales – según afirman las fuentes que consulté a través de notas y posts
de blogs-. Las improntas de los homicidios seguían ocurriendo, el nexo común
eran las decapitaciones, en una ocasión se encontró la cabeza de una mujer en
un lugar y su cuerpo en otro diferente.
A esta altura de la
situación la prensa estallaba en rumores e información por lo que el autor
misterioso estaba tomando protagonismo. Los asesinos seriales terminan
dominando la atención de modo inevitable, hay en ellos un rasgo de vanidad y un
intento de búsqueda de popularidad que nunca falla, mucho más si se dedican a
plantar mensajes, no solo atractivos para todo el mundo si no también como un
modo de desafiar y seducir al que los está atrapando. Un modo de entablar una relación
seductora con la autoridad, un jugueteo simbólico.
En este caso, el autor
era prolijo e higiénico, no se encontraban restos de sangre por lo que se
entiende que existían varias escenas del crimen: una escena primaria donde daba
muerte a la víctima y una escena secundaria donde dejaba el cuerpo expuesto,
listo para su hallazgo.
A este supuesto único
asesino se le atribuyeron 12 crímenes, entre ellos hombres y mujeres de clase
baja; solo dos cuerpos fueron identificados y hubo al menos 10 sospechosos de
ser autores de estos crímenes. Eliot Ness estaba perdiendo los estribos. Se dice que los últimos cadáveres aparecieron
en 1938. Los cuerpos encontrados presentaban todo tipo de características que
llevan a la misma conclusión: esqueletos, mutilaciones; incluso en uno de los
casos los forenses determinaron que el cuerpo había sido resguardado en un
refrigerador durante un tiempo.
Eliot tomo una decisión
más cercana a la necesidad de terminar con todo que de dilucidar el acertijo:
ordenó incendiar en su totalidad una zona de asentamiento de vagabundos,
Kingsbury Run. Una escena espectacular que nos hace pensar más en una técnica a
lo gangster que en la solución de un detective mesurado y silencioso. Era también
un mensaje para el asesino del torso, un mensaje caprichoso y desesperado. Y
como detalle final, Ness ordenó a la policía una detención masiva de todos los
merodeadores de la zona en esa noche del incendio.
Varios años después -
más de una década dicen los que escribieron sobre este caso- Ness recibió
cartas provenientes de una institución psiquiátrica que contenían referencias a
los homicidios y burlas hacia el detective. Aunque esas cartas, por las pocas
fotos que se pueden ver parecían más provenientes de un oportunista – quizás
algún admirador del verdadero autor- Eliot Ness estaba convencido que eran el
mensaje del verdadero asesino.
El caso nunca se cerró.
Eliot Ness murió en
1957.
Rostro del supuesto asesino según indicaciones de vagabundos de la zona |
Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Eliot_Ness
http://es.wikipedia.org/wiki/Bringing_Up_Father
http://camada30.fullblog.com.ar/el-asesino-del-torso.html