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jueves, 13 de marzo de 2014

Otra arista de la Desaparición Forzada de Personas.





   Mecanismos usados por el Victimador,  Lic. Gabriela Silvana Sosa. Lic. En Psicología, MN 28.111

 

Según Jorge Núñez de Arco, para sentirse legitimado en su accionar, el criminal precisa someterse al proceso de desensibilización y distorsión cognitiva previas en relación con su víctima.
 

Respecto de los victimadores participantes del golpe militar en Argentina, se pudieron haber dado ambos procesos. Durante la desensibilización se neutraliza la resistencia mortal para sobreponerse a la prohibición y mediante la distorsión cognitiva, se logra reducir el silencio del inconsciente del delincuente, legitimar al acto delictivo, negar y desvalorizar a la víctima; y si ello no es suficiente, se recurre al alcohol para tomar el coraje necesario.

 
Desde el momento del secuestro, la víctima era cosificada por su victimador, perdía todos los derechos, privada de toda comunicación con el mundo exterior, sometida a suplicios, ignorante de su destino final. La víctima era absolutamente cosificada, sin embargo conservaba aún atributos de la criatura humana al sentir sensibilidad en el tormento, la memoria de sus seres queridos, el recuerdo de sus hijos, o su madre, la vergüenza por la violación en público, existencia del miedo extremo.

Lo antedicho tiene su correlato hace siglos atrás, precisamente en el proceso inquisitivo, otro discurso totalitario o de emergencia como lo son los golpes a los gobiernos democráticos. En cuanto a las justificaciones de los victimadores de aquellas épocas podemos citar la referencia bibliográfica más elocuente y representativa de la Santa Inquisición, el Malleus Maleficarum o Martillo de las Brujas escrita por Jacob Spranger y Heinrich Krämer en 1487, primer manual que integra la criminología etiológica respecto de las causas del crimen, sus manifestaciones, su punición y los signos de los criminales.

Básicamente consideraba algunas de las cuestiones como el discurso bélico planteando una guerra abierta de dos sectores, lo que claramente se observa al plantear el golpe como una guerra de dos bandos.

Abundan en el Malleus, relatos de acusaciones de pacto directo con Satán, brujería por contagio, herejía por parte de quienes niegan la capacidad o existencia de brujas, si la mujer soportaba la tortura era porque el diablo le daba fuerzas para ello, si se ahorcaba por el dolor, luego de la confesión por tortura, era porque el diablo la condenaba, si confesaba era de todas maneras quemada y si reía era porque el diablo se burlaba de los inquisidores. No había salida.

El “contagio de ideas subversivas” por cercanía o por simple sospecha de una persona con otra, también era observable desde 1976 en nuestro país.

Las hijas mujeres tenían fama, conformes el Malleus, de continuar las labores de bruja de sus madres y así casi toda la prole estaba infectada, destacándose una misoginia magnífica.

Promovía también, una línea infinita donde confesión tras confesión la lista de almas a exculpar no parecía terminar nunca.

El Malleus afirmaba que los inquisidores eran infalibles, que siempre se aplicaban castigos justos, que el castigo a niños era justificado porque pagaban también lo hecho por sus padres, y que los inquisidores se beneficiaban del status de inmunes, dado que Satán no podía inducirlos a error o tentarlos como al resto, ubicándolos en una clara posición privilegiada respecto del resto de los mortales.

Esta auto justificación adjudicándose los entonces victimadores el carácter de infalibles era toda una técnica de neutralización usada en el proceso inquisitivo.

Mario Arroyo Juárez refirió que para entender el accionar de los victimadores, es necesario remitirnos a la Teoría de la Neutralización, la que consiste en la utilización de varias técnicas a fin de justificar las violaciones a los derechos humanos, a saber,
 

a)      Negación del daño: indicando que no se quería lastimar a nadie y que las quejas de las víctimas resultan exageradas.

b)      Negación de la víctima: se le atribuye la responsabilidad del hecho a la víctima.

c)      Negación de la responsabilidad: aunque se reconoce el hecho, se niega la responsabilidad bajo el argumento de la obediencia, indicando que solamente seguía órdenes.

d)     Condena a los condenadores: consiste en criticar a los acusadores por no ver sus propias culpas, es usada para proteger la imagen pública de un estado, como “sí, hay violaciones pero en otros países son peores”.

e)      Apelación a lealtades superiores, apelando justificar las violaciones a los derechos humanos a las más altas causas, como la patria, la pureza, libertad, revolución, etc. Como lo ejemplifica la frase enunciada en la vejez del ex dictador Videla: "Nuestro objetivo (el del 24 de marzo de 1976) era disciplinar a una sociedad anarquizada. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario".

 
Una de las testigos detenida en dependencias de la Fuerza Aérea, refirió que se respiraba un aire de profundo antisemitismo, que tenían largas listas de personas judías, planos de sinagogas, de clubes deportivos, comercios donde se desempeñaban laboralmente, y que referían que el único judío bueno, era el judío muerto, muchos dibujaban con aerosol cruces esvásticas en las espaldas de los prisioneros y los maltrataban.

En nuestro país, los genocidas enjuiciados han reconocido los hechos pero los han justificado mostrando ausencia de sentimiento de culpa o de una conciencia moral de remordimiento.

Ahora bien, además de las racionalizaciones que intentaron justificar los genocidas en sus testimonios y de las técnicas que el proceso de neutralización implica, existen mecanismos propios de la vida intrapsíquica que nos arrojan luz sobre estos comportamientos.

Cuando la ley simbólica introyectada por las figuras parentales, en tanto límite y posibilidad, no opera en el sujeto futuro victimador, el semejante no se configura como tal. Solo a partir de instituir un principio de legalidad basado en la formulación de la igualdad, se habilita la construcción de un semejante. De lo que se deriva que si la ley simbólica no opera como principio de interpelación, tampoco opera la percepción de su transgresión.

Si no hay percepción de transgresión como se observó en las declaraciones testimoniales de los victimadores de la masacre, no puede, por ende existir sentimientos de culpa o remordimientos ni arrepentimiento, simplemente porque no se vivenció haber hecho daño alguno que amerite tales sentimientos o haber infringido algún daño injustificado.

Es así que no hay registro de un límite violado toda vez que el semejante no es percibido como límite.

En algunos cuadros psicopatológicos y estructuras de la personalidad basados en la deprivación afectiva sostenida desde la infancia, donde la introyección de las figuras parentales en la instancia super yo se produjo de manera deficitaria, se desemboca en una estructura con predominio a la tendencia antisocial o personalidad de acción o psicópatas.

Claramente el caso de los genocidas, tanto los de cuello blanco como los ejecutores de la masacre, tenían una estructura de la personalidad con predominio de la acción, con un déficit en la ley parental introyectada, lo que impide la instauración de la conciencia moral y de culpa ante sus actos.

La conciencia moral es entendida como la percepción interior de que desestimamos determinadas mociones de deseo existentes en nosotros; mientras que en la conciencia de culpa, existe la percepción del juicio adverso interior sobre aquellos actos mediante los cuales hemos consumado determinadas mociones de deseo.
 

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